Notas

FUNDACION SOCIEDADES COMPLEJAS JUNIO 2011

En el marco de la tercera edición del Simposio Internacional sobre Patologización de la infancia , se montó una Galería de arte en el primer piso del Palais Rouge en la cual artistas argentinos expusieron obras vinculadas a la medicalización y a la patologización de la vida cotidiana.

Así como el trabajo interdisciplinario es un modo de abordaje del sufrimiento infantil y adolescente; del mismo modo, el arte, es una forma privilegiada en que se expresa el descontento, la preocupación y se marca una posición personal ante el auge de los psicofármacos; la medicalización de la tristeza o la patologización del comportamiento de hombres y mujeres que no se restringen a lo que se supone que sea la normalidad. Estos y otros tópicos serán abordados por los artistas plásticos convocados.

A continuación un adelanto de lo expuesto por el escultor Martin Graziano:
http://www.forumadd.com.ar/tercer_simposio_galeria_martin.htm


CLARÍN ZONAL / MAYO 2007





ARTE QUE NACE EN UNA PILA DE CHATARRA

  • Martín Graziano hace esculturas con piezas de autos y metales oxidados que encuentra en las calles del partido.
  • Fue asistente del artista plástico Carlos Regazzoni. Los vecinos paran a ver las obras que tiene en su jardín.

La vecina sale de la casa con su hijo. Va a la panadería, a comprar un cuarto de mignones para acompañar los ñoquis con tuco del mediodía. Caminan despacio. El nene, de cinco o seis años, se queja. “¿Cuántas cuadras faltan?”, pregunta molesto. La vecina va a responder pero él interrumpe. “¡Mirá mamá! ¡Una estatua en el jardín!”, dice. Ella le explica que no es una estatua sino una escultura hecha con chatarra pero que, la verdad, no tiene idea de por qué está ahí.

“Yo los miro por la ventana. Se quedan comentando y aunque no los escucho porque estoy del otro lado del vidrio, veo cómo señalan y gesticulan. Me gusta integrar las obras a la vida cotidiana. Quiero que la gente no tenga que ir a un museo para poder ver una de mis esculturas”, comenta Martín Graziano (28), vecino de Carapachay que en la puerta de su casa de Saavedra al 3700 tiene un arcángel de tres metros de alto.

Martín cursaba todo el día en el Polivalente de San Isidro: a la mañana el bachillerato y a la tarde, la escuela de arte. Al terminar la secundaria, se anotó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Fue a una de las clases pero había mucha gente y mucho ruido. “Y para trabajar yo necesito estar en silencio, así que sólo duré una semana”, cuenta. Después pasó por varios talleres hasta que, el año pasado, se dio cuenta de que lo que le interesaba era aprender con el escultor Carlos Regazzoni. Fue hasta el taller del artista en Retiro y una secretaria le comentó que estaban buscando alguien para cambiar lamparitas y barrer el lugar. “Me ofrecían muy poca plata pero como lo que me interesaba era aprender, dejé mi trabajo de jardinero y fui”, explica. Una de sus funciones era limpiar el establo adonde Regazzoni tiene patos, gallinas y hasta ponys. “Aún limpiando bosta, yo sabía que estaba aprendiendo escultura”, dice.

Pero el carácter de los artistas suele ser complicado y al tiempo tuvieron una discusión fuerte. “No me trataba bien. Y una artista se puede sentir un grande o un boludo. Si te sentís un boludo no crecés y yo estaba ahí para crecer”, resume.

Martín divide su forma de trabajo en tres partes. La primera consiste en ver la imagen que quiere representar. “Es un instante en el que captás la escena”, explica. Luego definir con qué materiales va a hacer la escultura y, por último, ver cómo unirlos para que parezcan con vida. “Porque no es un collage. No se trata de armar un maniquí sino un conjunto con movimiento. Muchas veces la obra no se parece a un caballo de verdad pero, si te fijás, se está por mover como si lo fuera”, indica.

Tiene más de 30 obras. Todas hechas con chatarra, partes de autos y metales oxidados (ver Dónde consigue los materiales). Corta las partes con una sierra eléctrica y las une con un soplete. Los motivos suelen ser perros, caballos, colibríes y ángeles.

Entre sus proyectos, además de hacer una exposición en distintas ciudades del Sur argentino y presentar sus trabajos en el Museo Irurtia, Martín quiere conocer a la artista plástica Marta Minujín. “Como no voy a una universidad o escuela, aprendo practicando en mi taller y hablando y discutiendo con artistas. Ya fui y le toqué la puerta a Regazzoni, asi que en cualquier momento me paso por lo de Minujín y también golpeo”, anticipa.

Cómo consigue los materiales
“Me la paso cirujeando”, dice

Para hacer sus esculturas, Martín usa distintos materiales. “Generalmente son piezas de oxidadas. Me la paso cirujeando por el Partido. Me subo a mi Mehari y recorro calles y calles. Quizás estoy bien vestido y tengo que levantar algo y me ensucio, pero no me importa. Es la única forma de conseguirlas porque no puedo comprarlas: no existen.
A veces voy a la costa de Vicente López o a los talleres mecánicos, donde me regalan piezas viejas.
Me sirven mucho porque tienen formas definidas que le dan vitalidad a la obra: un caño simula un brazo y un tornillo puede ser un dedo, o una nariz – comenta -.
Uso deshechos: mientras más podridos, mejor.
Y una vez que las termino, dejo las esculturas afuera, en el patio, para que la naturaleza siga el proceso del patinado y así surgen nuevos colores”.


Opinión
"Muy Talentoso
Expuse con Martín Graziano en un salón de Retiro. Es un escultor talentoso que recicla materiales y les confiere una gran sensibilidad en cuanto al movimiento. Tiene una serie de caballos muy interesantes.
En sus obras traduce la realidad con materiales modernos y un claro sentido de la dinámica. Como muchacho joven tiene un talento prometedor."

Susana Rojas
Artista plástica, discípula de Lino Enea Spilimbergo


Recicla todo
En sus paseos por Vicente López en busca de materiales para sus obras, Martín consiguió cosas para ambientar su casa de Carapachay. “Tenía un anafe que me habían prestado y un día encontré en la calle una cocina toda sucia. La limpié, le compré unos resortes para el horno y anduvo perfecta”, cuenta.
Como buen jardinero, en su casa tiene muchas plantas. “La mayoría de los helechos los saqué de la basura. La gente los tira porque están secos pero como conozco y sé qué es lo que les pasa, los trasplanto y vuelven a vivir. Para tener un lugar lindo no hay que comprar cosas – explica-. Este es mi ambiente y acá me siento cómodo para poder trabajar. Tener un lugar tranquilo es fundamental”.